Pero no siempre tomamos las acciones necesarias para encontrar ese camino.

Es común encontrar empresarios, líderes y ejecutivos atascados en las mismas formas de hacer las cosas a pesar de no estar obteniendo resultados.

Cuando hemos iniciado con una estrategia, y ésta no da resultados lo más fácil es dedicarse a justificarla y racionalizar el por qué es correcta (a pesar de que las ventas digan lo contrario).

Hace algunos años en una conversación con Marcos Achar, ex CEO de Comex PPG y un gran mentor y amigo para mí me dio una gran lección.

Me dijo: "Piensa esto, ¿si estuvieras creando un nuevo negocio para competir con el tuyo qué estarías haciendo?"

Imagínate que, en alguna parte del mundo, hay un grupo de jóvenes bien preparados tramando su plan para quedarse con tu mercado:

 - ¿En qué estarán pensando?

 - ¿Cuáles son las oportunidades en tu industria?

 - ¿Qué barreras y paradigmas  que tú tienes que ellos no han aprendido?

 - ¿Con qué herramientas cuentan ellos que tú no te has atrevido a utilizar?

 - ¿Qué velocidad crees que tendrán para la implementación de su plan y para hacer cambios si no funciona?

Te tengo una noticia: 

Lo más probable es que haya muchos grupos de jóvenes con estas características buscando quedarse con tu negocio.

A veces necesitamos sentirnos perseguidos para dejar de esperar que las cosas cambien por sí solas y avanzar más rápido.

Los japoneses tienen una gran lección que compartirnos al respecto.

Como sabes, a los nipones les encanta el pescado.

Desde hace muchos años en las cercanías de la isla de Japón el volumen de peces se ha reducido, por lo tanto han tenido que aprender a ir mar adentro para pescar.

Esto los hizo crear barcos más grandes y traer los peces desde distancias más alejadas.

Sin embargo al consumir esos pescados se dieron cuenta de qué había un cambio en su sabor. 

Al ser pescados lejos del lugar donde serían consumidos dejaban de estar frescos al comerse.

Los japoneses intentaron de todo:

Primero, colocaron un congelador en los barcos (pero el sabor no era el mismo).

Después decidieron poner un estanque dentro de sus naves para traer a los peces vivos hasta Japón y consumirlos con mayor frescura.

Pero esto tampoco dio resultado.

Los peces, aunque seguían vivos, eran poco activos dentro del estanque, ya que no había ningún peligro del cual escapar.

Por lo tanto tampoco sabían bien al consumirse.

Así que los japoneses tuvieron una gran idea:

De esta manera los peces se mantienen activos para prevenir que el tiburón se los coma y al llegar a su destino final están verdaderamente frescos.

Es un hecho que se pierden algunos peces por el invitado hambriento en el tanque, pero se obtiene un gran beneficio en la frescura y sabor de los sobrevivientes.

Hoy te invito a que hagas lo mismo:

Imagina que detrás de ti hay un tiburón listo para quedarse con tu mercado y con tus ventas, piensa que haría este tiburón sin tus paradigmas y miedos y entonces, toma acción.

En la era de la experiencia el que no se mueve rápido se lo come un tiburón.

Gracias,

P.D. - Recuerda, servir es el camino...