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El día en el que todo se vino abajo.

Llorando mientras caminaba por las calles de la ciudad de México.
Era el 5 de septiembre de 2017 alrededor de las tres de la tarde y yo caminaba solito por las calles de la ciudad de México con lágrimas saliendo de mis ojos a cántaros.

Un par de horas antes en una reunión de consejo de mi empresa se había tomado la decisión de cerrarla.

Hacía sólo 30 días atrás yo me había convertido en papá por primera vez en mi vida, de un par de niños que vinieron a transformarla (y justamente ese día iniciaríamos los festejos de su nacimiento).

Pero yo estaba desconsolado. 

De esas veces en las que lloras y no puedes ni siquiera recuperar tu aliento.

Uno de los sueños de mi vida, al que le había dedicado mi energía, mis ganas y mis sueños estaba por terminarse. 

Para mí, mi empresa era el vehículo para alcanzar la trascendencia que yo buscaba en otras personas.

Y ahora tenía que prepararme para cerrar la cortina.

En el pasado había hecho todo por sacar a mi empresa adelante:
Telemarketing
Rogarle a mis clientes
Anuncios en Google
Eventos presenciales
Contratar una fuerza de ventas
Y cualquier otra estrategia que se te pueda ocurrir para vender.
Pero mis resultados fueron mediocres.

La empresa no ganaba dinero, y al mismo tiempo desgastaba mi relación con mis socios y me hacía desperdiciar mi potencial en algo infructuoso.

En esos momentos me preguntaba:

¿Cómo puede ser que teniendo un producto realmente innovador (ser el Big Brother de las tiendas, luego te cuento a qué me dedicaba), siendo una persona inteligente y habiendo me entregado con todas mis ganas no hubiera logrado los resultados?

Pero dentro de todo ese dolor (que se combinaba con uno de los momentos más felices de mi vida) había algo que me ilusionaba.

Yo sabía que tenía un don para servir a los demás. No sabía cuál, pero sabía que lo tenía.

Unos años después me encuentro dedicándome a lo que más amo: inspirar a las personas a servir y con ello mejorar la vida de otras personas.

Y el camino para lograrlo fue dedicarme a servir.

Luego de 13 años dedicado a estudiar el servicio, con más de 200 marcas y una obsesión total por comprender cómo tocar la vida de los demás y mejorar la mía en el proceso, hoy me dedico a compartir lo que he aprendido (y sigo aprendiendo).


Carlos Agami
P.D. Recuerda, servir es el camino hacia tu propósito.
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