Durante las últimas semanas he estado involucrado en una situación incómoda con un grupo de personas, que no coinciden conmigo en algunos aspectos.

Esto me ha llevado a desgastar mucha de mi energía y tiempo en buscar darle un sentido a la situación, en elegir un plan de acción y en comentar el tema con mis seres queridos.

Me de despertado en la madrugada pensando en la situación, he terminado mis días exhausto y he desconcentrado mi atención de las tareas más importantes de mi vida.

Mientras pensaba en ello, recordé un evento que ocurrió en un partido de fútbol.

Era el 25 de abril de 1996 y se jugaban los cuartos de final de la liga mexicana de futbol entre América y Cruz Azul.

En los últimos segundos del partido, Kalusha Bwalya, uno de los mejores jugadores del América tuvo una oportunidad para acabar con el equipo contrario.

Estaba sólo frente a una portería totalmente vacía y....

¡La pelota pegó en el poste!

Lo grave no fue que Kalusha hubiera fallado un gol claro y fácil, sino lo que hizo después.

Luego de tirar a la portería Kalusha comenzó a correr para festejar su, aparentemente inminente, gol.

Y cuando se dio cuenta de su falla se tiró al piso a lamentarse por lo ocurrido.

Si, simplemente, en vez de alejarse del balón para festejar o lamentarse, Kalusha lo hubiera acompañado hasta la portería habría tenido una segunda oportunidad para meter un gol memorable.

Pero en vez de ello, se convirtió en una de las fallas más recordadas del fútbol mexicano.

El aprendizaje es claro:

No te aferres a tu resultado, ni a las reacciones de los demás para sentirte realizado.

Simplemente, dedícate a hacer lo que sabes hacer.

Busca contribuir a la vida de los demás con tus dones, sin importar la recompensa que recibas.

De esta manera serás tú quien tenga el control de tu propia felicidad, y no nadie más.

Cuando intentes algo y no salga como lo esperabas, simplemente di:

¡A LO QUE SIGUE!

Gracias,

P.D. - Recuerda, servir es el camino...